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Felipe Santibáñez: “Al mismo tiempo que trabajamos por mejorar cada día, mantenemos la tradición más importante, que nos define y que es intransable: honestidad y ética”

Conversamos con Felipe Santibáñez, tercera generación en la larga trayectoria de la primera agencia de Aduana de Chile. Aborda diversos temas, como la importancia del equipo de la agencia, que ha sido su principal capìtal, especialmente en los momentos más difíciles; la fidelidad de los clientes; los recuerdos de Valparaíso y sus inicios al frente de la agencia con apenas 30 años.



 

¿Qué significa ser parte de una empresa con 134 años de historia?

Primero que todo, mucho orgullo porque se trata de una empresa que fue creada y ha sido administrada por más de un siglo por una sola familia. Y también porque toda esta trayectoria ha estado basada en la filosofía que es muy sencilla: las cosas se hacen bien, y si no se hace bien, se responde por ello.

Con esto quiero resumir una filosofía que viene de nuestro abuelo y de más atrás incluso porque el primer Santibañez que llegó de España lo hizo en 1610, y fue el primer notario de Santiago. Así que viene de largo esa idea de la responsabilidad y de hacer las cosas como se debe, asumiendo la responsabilidad al cien por cien. Ha sido una tradición en nuestra firma por 134 años y nos enorgullece.

 

¿Cómo ha abordado la Oficina Santibañez los diferentes desafíos a lo largo de distintas épocas, por ejemplo las crisis económicas que hemos vivido?

Hemos pasado varias crisis, y yo las pasé en primera persona: la crisis de 1974 o la de 1982. Siempre nuestro principal capital ha sido todo el equipo de la agencia, al que cuidamos y queremos mucho. Ellos han sido la clave para salir adelante en cada momento complejo. Puedo comentar un ejemplo concreto que sucedió en la crisis de 1982, que fue muy fuerte en Chile porque se había producido una vinculación muy poco seria de grandes capitales que se adueñaron de los principales bancos de Chile. En esos momentos, creo que no éramos más de 50 personas en la Oficina. Y tuvimos que buscar soluciones para enfrentar este impasse que fue muy duro porque hubo una devaluación del peso. Nos pusimos de acuerdo para rebajar la jornada a medio día con el 50% de los ingresos y repartirnos por distintas oficinas (con otros agentes de aduana). Eso se mantuvo por más de un año. Y cuando la crisis ya empezó a aflojar y fue normalizándose la economía del país, todos nuestros empleados volvieron a nuestra agencia pese a encontrarse muy bien en aquellas otras oficinas en que trabajaron durante ese tiempo. Ese reencuentro con todos los colaboradores nos produjo gran satisfacción y orgullo porque recuperábamos el equipo y también porque nos dimos cuenta de que nuestro nombre y nuestra cultura de trabajo era valorada.

 

¿Podría compartir alguna anécdota significativa que refleje la filosofía de la Oficina Santibañez?

La verdad es que nos han pasado muchas cosas. Y yo creo que las mejores anécdotas se dan en los paseos anuales porque desaparecen los roles y se da una relación horizontal entre todos. Son espacios en que nos sentimos todos iguales, que es algo que siempre hemos pensado y que es más que una anécdota porque es el reflejo de la relación que construimos como personas.

Por otra parte, la relación entre socios y socias ha sido muy buena. Mi padre era hermano del padre de Pedro. Ambos se fueron con muy corta edad, así que nos tocó hacernos cargo de la Oficina siendo muy jóvenes nosotros también. Muchos se preguntaron en ese momento si nosotros podríamos llevar adelante la Oficina cuando apenas teníamos alrededor de 30 años. Ahora que tengo 80 años, creo que es muy bonito lo que hemos logrado en todo este tiempo.




 

¿Cómo recuerda Valparaíso, en esos días en que era el gran puerto del Pacífico sur?

Valparaíso es una ciudad que tiene un historial inmenso porque hasta que se abrió el Canal de Panamá, era el principal puerto del Pacífico que sirvió para que arribaran las primeras grandes empresas a Chile. El recuerdo que tengo es el de una ciudad limpia, sin riesgos. Hoy, a pesar de que Naciones Unidas la ha nombrado Patrimonio de la Humanidad, esa tradición se ha perdido, lamentablemente.

 

La Agencia Santibáñez tiene una cartera de clientes con baja rotación y alta fidelidad. ¿A qué lo atribuye?

Esta Oficina tiene una gracia: cumplir y cumplir bien. Ese es nuestro principal capital y objetivo. Y pienso que eso es lo que reconocen nuestros clientes. Tenemos clientes, por ejemplo, que tienen 80 años de trayectoria ligada a la Oficina. Esa relación de tanta fidelidad tiene su origen en la época de mi abuelo, cuando todo empezaba por una conversación con los dueños de las empresas, lo que sentaba las bases de la confianza.

 

¿Y cómo ve el futuro de la Agencia?

El equipo ejecutivo de la Oficina está realizando un trabajo increíble, con mucha tecnología para apoyar muy profesionalmente a nuestros clientes. Me enorgullece ver cómo todo el equipo de la Oficina se prepara y se adapta a los cambios, y se profesionaliza cada vez más. Veo una Oficina muy entusiasmada y un grupo de personas que lo está haciendo muy bien, con mucho cariño y responsabilidad con nuestros clientes.

Y al mismo tiempo que trabajamos por mejorar cada día, mantenemos la tradición más importante que nos define y que es intransable: honestidad y ética. Eso no tiene precio, son principios.

 



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